Si tuviera que definirme en pocas palabras, diría que soy una eterna aprendiz, práctica y curiosa, siempre buscando sentido en cada cosa que hago.
Introvertida, pero no tímida, disfruto de las conversaciones profundas y de los vínculos genuinos.
Considero que si algo de lo que viví y aprendí puede hacerle la vida más fácil a otro o generarle mayores oportunidades, entonces vale la pena compartirlo, porque creo que el conocimiento sólo cobra valor cuando se multiplica.
Una educación de calidad se reconoce porque nutre valores, brinda oportunidades y ayuda a elegir lo que beneficia nuestro bienestar y el de los demás.
Esa misma convicción me lleva a colaborar no solo en mi entorno cercano, sino también como mentora voluntaria o benefactora en diferentes programas y proyectos educativos.
Mi historia no está hecha de grandes hitos, sino de pequeños momentos que me transformaron.
Mi camino emprendedor empezó vendiendo pulseritas con una amiga cuando aún estaba en la escuela, luego una fábrica de pastas caseras, más tarde una librería escolar junto con mi hermana, un proyecto de regalería personalizada donde incluso diseñaba, estampaba y cosía. Años después un emprendimiento de servicios de creatividad, venta de cuadros, un libro de dibujos abstractos para pintar y por último una vez recibidia, asesorías y capacitaciones de finanzas y control de gestión.
Algunos proyectos prosperaron más que otros, pero todos dejaron aprendizajes y momentos para disfrutar.
A lo largo de este recorrido, confirmé que no existen recetas mágicas ni caminos lineales. El crecimiento llega con el aprendizaje continuo, la prueba y el error, la apertura para pedir ayuda y el valor de rodearse de personas que potencien lo mejor de cada uno. El compromiso, la empatía y la generosidad son, para mí, motores de cualquier transformación real.
Con la maternidad, el tiempo se volvió un recurso escaso y valioso. Aprendí a priorizar, a soltar lo que no suma y a concentrarme en lo que realmente importa, aplicando a mi vida personal y ajustando en mi negocio todos los aprendizajes que había incorporado con mi experiencia.
También entendí que ser multipotencial —tener intereses diversos y la capacidad de moverse entre distintas disciplinas— no era una debilidad sino mi diferencial, porque me permite conectar ideas, herramientas y experiencias de diferentes ámbitos, crear soluciones prácticas y creativas y aprovechar mejor aún mis recursos, encontrando un equilibrio entre familia, trabajo e intereses personales.
Por eso, mi propósito es simple: ayudar a que más personas y negocios puedan aprovechar sus recursos valiosos—el tiempo, la energía, el conocimiento, los vínculos— para vivir con más claridad y más propósito.